En nuestros días existe una cultura de aceptación de la muerte cada vez más extendida cuando se trata de pacientes terminales cuya condición ya no se puede tratar con los avances de la ciencia médica. En esos momentos muchas personas afirman que desean pasar sus últimos días asistidos en sus necesidades físicas, disfrutar de la compañía de sus seres queridos, ordenar asuntos pendientes, rodearse de un ambiente espiritual y fuera de los hospitales donde son atendidos.
Tabaco, un placer de riesgo
Los europeos descubrieron el tabaco en sus viajes de exploración a lo que llamaron el Nuevo Mundo. Desde tiempos remotos, se cultivaba en las Antillas, en Los Andes y en Norteamérica dónde se usaba en ceremonias religiosas, celebración de ceremonias maritales, de nacimientos o como señal de cierre de acuerdos, todos conocen la expresión «fumar la pipa de la paz». Los europeos se fascinaron con el sabor que esta planta despedía al quemarla e inhalarla por la boca, así que pronto adquirieron el hábito de fumar cigarros, es decir, rollos de tabaco deshidratado, también llamados puros, habanos, o tabaco en pipas y promovieron extensos cultivos de esta planta en las Américas para comercializarlo.
Infancia y Destino
Hace años las personas decían una frase «nadie te enseña a ser madre o padre» y hacían lo que podían. Con el tiempo se comenzaron a difundir teorías pedagógicas, diversos modelos de educación, asesorías de todo tipo y la ciencia médica avanzó tanto que la infancia se fortaleció. En nuestros días quienes deciden emprender la maternidad o paternidad cuentan con diversas herramientas para evitar improvisar y proveer a su descendencia de un futuro certero y promisorio.