Todos hemos sufrido el sentimiento de frustración ante lo que a nuestros ojos resulta un acto de injusticia y nos toca tan profundamente, porque en general fuimos educados por el sentido de la justicia como una convención y una búsqueda humana orientada a crear una sociedad con consecuencias para aquello que rompe el equilibrio de la convivencia. Sin embargo, cuando el motor visceral viene del odio o el resentimiento, estamos hablando de esa sed que ha movido grandes tragedias a través de la historia de la humanidad: la venganza.