Durante muchos años enfermedades como escarlatina, meningitis o el sarampión ocasionaban daños colaterales como la ceguera o la pérdida de la audición a quienes sobrevivían a estas y otras infecciones virales o bacteriológicas. Por desgracia no siempre son la única consecuencia, los daños físicos y mentales a veces son más de dos en una misma persona.