En los tiempos que vivimos donde el miedo a la muerte se hace real, estamos ante la incertidumbre de encontrarnos enfermos y perder seres queridos repentinamente. Enfrentamos la tristeza de recibir una urna de cenizas y de no haber practicado un funeral, una ceremonia, una despedida; queda la impotencia de no haber hecho nada y de no entender por lo que hemos pasado.