Lo que es efímero no da felicidad, sino que solo el amor satisface la sed del infinito que hay en nosotros
Papa Francisco
En el año 2013, la Asamblea de las Naciones Unidas, ONU, estableció el Día Internacional de la Felicidad, a celebrarse el día 20 de marzo; un llamado a todas las personas e instituciones del mundo, a reconocer la felicidad como un derecho inalienable.
La iniciativa de hacer una jornada de acciones en torno a la felicidad, surgió del gobierno de Bután el cual reconoce el valor de la felicidad como un paradigma económico desde la década de 1970 al que han llamado: índice de Felicidad Interna Bruta, FIB, con mayor relevancia que el Producto Interno Bruto, PIB y para calcularlo se analizan los siguientes aspectos: el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad de la comunidad, la cultura, la educación, la diversidad medioambiental, el nivel de vida, la salud y el proceder del gobierno.
Diversos líderes espirituales del mundo han reflexionado sobre este tema. El Hermano David Steidl-Rast, un sacerdote dominico quien ha dedicado su vida a la oración, a la meditación y a hacer conferencias sobre espiritualidad en diversos países, dice que todas las personas tenemos en común el anhelo de ser felices y un camino para lograrlo es la gratitud.
El agradecimiento de todas las cosas que recibimos en el momento presente como si fueran un regalo y un aprendizaje para actuar en consecuencia, incluso para los grandes retos de la humanidad, como evitar la violencia, la opresión y transformar la pobreza, es una práctica espiritual para la cual debemos prepararnos día con día. Según el Hermano David, el entrenamiento para alcanzar el propósito de vivir en agradecimiento inicia con un método aprendido desde la infancia cuando al cruzar la calle nos decían: detente, mira y avanza. Solo así podemos entender lo que pasa a nuestro alrededor y tendremos la capacidad de actuar. Si vivimos en agradecimiento, no tememos, no violentamos, aceptamos las diferencias y actuamos con generosidad.
In his book, the Buddhist monk Matthieu Ricard, In Defense of Happiness (2011) encourages us to stop looking for happiness outside ourselves at all costs, learn to look inside ourselves and prepare ourselves to achieve a meditative and altruistic vision of the world. . The path to happiness requires two core values: kindness and compassion. This famous monk, through various conferences and media documentaries, has shared his advice to live in the best possible way and that is that we must appreciate human life as something precious and give it meaning through our words and actions.
La vida humana es breve y tiene gran potencial, no debemos perder el tiempo en ambiciones, posesiones o preocupaciones personales que nos generan orgullo, odio, celos y anhelos que nos acarrean sufrimiento. Según Ricard, todos los días debemos enfocar nuestra atención en la causa del sufrimiento. Se trata de una especie de entrenamiento y desde la perspectiva budista se consigue con la meditación.
En el año 2008, Matthieu Ricard se sometió a un estudio realizado por la Universidad de Wisconsin en Estados Unidos, para estudiar sus procesos cognitivos y analizar su actividad cerebral mientras practicaba la meditación, después de varios electroencefalogramas y resonancias magnéticas se concluyó que su cerebro producía altos niveles de ondas Gamma que son patrones de oscilación neuronal relacionados con la conciencia, la atención, la capacidad de aprendizaje y una predisposición para el bienestar y las emociones positivas. Los medios de comunicación lo llaman «el hombre más feliz del mundo».
Con gran disciplina, el monje budista ha adquirido esta condición después de años de práctica de la meditación, para erradicar todos los pensamientos o emociones negativas y verlos desde una perspectiva diferente para evitar que sean dañinos. Según estudios científicos, la meditación sirve como tratamiento para la depresión o la ansiedad.
A propósito del Día Internacional de la Felicidad, el Papa Francisco afirma que la búsqueda de la felicidad es algo que tenemos en común, porque ha sido Dios quien ha puesto en el corazón de todas las personas un deseo irreprimible de la felicidad. El inicio de la alegría es comenzar a pensar en los demás y detener el egoísmo. Estar tristes, decían los padres del desierto, es casi siempre pensar en sí mismos.
Cuando la vida interior se encierra en los propios intereses y no hay espacio para los demás, no goza de la dulce alegría del amor. Es necesario vencer la tentación de encerrarse, aislarse, creyéndose autosuficiente, porque todos tenemos necesidad de fraternidad. La vida adquiere sentido en buscar el bienestar del prójimo y desear la felicidad de los demás.
No es el poder, el dinero o lo placeres efímeros sino el amor lo que da alegría. Dice el Papa que la felicidad nace del encuentro, de la relación con los demás, nace de sentirse aceptado, comprendido, amado y del aceptar, del comprender, del amar a todas las personas. El camino de la alegría también tiene un sentido del humor, saber cómo reírse de las cosas, de los demás y de uno mismo es profundamente humano, es una actitud cercana a la gracia. La alegría nace el espíritu humano, uno se vuelve capaz de iluminar a otras personas, con un espíritu positivo y lleno de esperanza. No hay tomarse demasiado en serio.
El Papa Francisco dice: hay que saber perdonar y pedir perdón, el que no perdona se hace daño a sí mismo, ante todo, el odio genera tristeza, hay que trabajar por la paz, aquellos que lo hacen permanecen en alegría, no odian, incluso cuando sufren responden al mal con el bien. El papa ofrece el camino de la oración para no perder la esperanza. La oración cambia la realidad, cambia nuestro corazón, orar es la victoria sobre la soledad y la desesperación. Saber agradecer al ver los regalos que se reciben todos los días. La maravilla de la belleza de la vida. A veces la tristeza está relacionada con la ingratitud estando tan cerrado en uno mismo como para sentirnos incapaces de reconocer los dones de Dios.
Además del agradecimiento, otra práctica para preservar la sensación de felicidad es recordar esos momentos conocidos, en los que estuvimos en plena alegría, donde no había preocupación sobre el pasado o el futuro, es decir, recordar como se siente estar feliz. Son momentos únicos del estado de ánimo que se preservan, aun en momentos complicados y difíciles. Como han dicho los expertos, se trata de realizar un ejercicio, una práctica constante y replantear nuestras prioridades, el mundo en que vivimos nos empuja a querer siempre más sin darnos tiempo a pensar si esta incansable búsqueda nos hace realmente felices.
Cambiar el paradigma de vivir en la carencia, siempre sintiendo un hueco por algo que constantemente “nos hace falta”, por el de la abundancia, donde sin importar cuanto se tenga siempre será suficiente y digno de valoración. Es reconocer comenzar a ver siempre el vaso lleno: parar, respirar, meditar y buscar un proyecto de servicio para el bien común, porque somos interdependientes y el sufrimiento personal está relacionado con el de otras personas, por ello, la transformación personal y el trabajo para crear felicidad empieza en reconocer la infinita fuente individual que radica en cada uno para después expandirla hacía los demás.
Los grandes maestros espirituales han dado importantes enseñanzas para vivir en plenitud, para evitar la pasividad y encontrar un propósito que contribuya a recuperar la felicidad de todas las personas, sobre todo ahora que los aciagos momentos de la pandemia han cedido y abren paso a una nueva oportunidad de revalorar la vida. En Del Pueblo Funeral Home deseamos que felicidad prevalezca y te recordamos que hacemos fáciles los momentos más difíciles.