Ninguna escuela enseña que el amor es lo más importante en la vida y ninguna universidad enseña que la compasión es lo fundamental, por lo que aspiro a desarrollar un currículo médico que tenga entre sus prioridades la enseñanza de la compasión.
Dr. Patch Adams
En nuestros días existe una cultura de aceptación de la muerte cada vez más extendida cuando se trata de pacientes terminales cuya condición ya no se puede tratar con los avances de la ciencia médica. En esos momentos muchas personas afirman que desean pasar sus últimos días asistidos en sus necesidades físicas, disfrutar de la compañía de sus seres queridos, ordenar asuntos pendientes, rodearse de un ambiente espiritual y fuera de los hospitales donde son atendidos.
Hay diversos libros que tratan el tema y el sistema de salud en los Estados Unidos han legalizado los hospicios para el fin de la vida en casi todos los estados. Estos espacios enfatizan los cuidados a las personas en vez de la cura de sus enfermedades. Son un refugio para quienes desean tener paz y comodidad en los últimos días de vida.
Una forma de tratar a los pacientes que no solo se encuentra en los hospicios destinados para ese fin. Cada vez más hospitales han implementado espacios con el personal debidamente capacitado, lo mismo que las residencias o asilos de ancianos asisten a pacientes en estas circunstancias y cada vez más personas en los Estados Unidos se preparan como cuidadores de pacientes que pueden ser sus propios seres queridos para pasar el fin de la vida en sus hogares.
Esta transformación cultural sobre el tema de la muerte tiene una historia interesante que nos gustaría compartir. Surgió con las ideas de la Dra. Elizabeth Kübler-Ross que llegó a los Estados Unidos después de haber vivido las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Había visitado los campos de concentración liberados y reflexionado sobre las consecuencias del tal genocidio. Entendió que los sobrevivientes enfermos requerían de mayor ayuda por las secuelas físicas, traumáticas y de salud mental que debían atenderse.
Durante su estancia en diversos hospitales, observó cómo la muerte se consideraba un fracaso para la ciencia médica y se convencía a los pacientes terminales de que su situación podría mejorar si aceptaban el tratamiento médico de alta tecnología, sin dejar la menor oportunidad de decidir sobre su vida a los mismos pacientes que sufrían un dolor inmenso y una gran tristeza al ver que sus familiares evitaban hablar de su enfermedad, evadían el tema de la muerte y nunca les hablaban con la verdad sobre su condición.
Ese fue el inicio de un nuevo tratamiento que a mediados del siglo pasado era inaceptable e incomprendido y consistía en asistir a los pacientes terminales, mirarlos a los ojos, compartir su soledad, sentimientos y conflictos al enfrentarse con la muerte inminente. Kübler-Ross transformó el proceso de morir en un acto humanitario y su larga experiencia en hospitales psiquiátricos la llevó a atender la salud mental en forma prioritaria durante el proceso de cualquier enfermedad.
Con grandes esfuerzos fundó dos hospicios para pacientes terminales, en los años 80, inspirada en las creencias de los indios americanos sobre la trascendencia y la filosofía budista creó la Residencia de Adultos Mayores Shanti Nilaya que en sánscrito significa: el hogar definitivo de la paz y posteriormente creó en Centro de Crecimiento y Sanación Healing Waters, en una granja del estado de Virginia. Estos espacios comenzaron como lugares de aprendizaje para el crecimiento espiritual, para la comprensión y aceptación de la propia muerte, más tarde las personas vivían ahí en medio de cuidados médicos, amor y compasión hasta el fin de sus vidas.
Muchos voluntarios, enfermeros, médicos y especialistas en salud mental, así como monjas y sacerdotes de la iglesia católica se acercaron a la Dra. Kübler-Ross, para prepararse como cuidadores de estos pacientes y compartir el proceso de su enfermedad como un intercambio compasivo. Tristemente, debido a que la mayoría de los pacientes eran asistidos en forma gratuita y los hospicios se mantenían de la beneficencia, fue muy difícil sostenerlos, además atendían enfermos terminales de VIH y en aquella época la comunidad que rodeaba los hospicios se sentía amenazada por este mal entonces desconocido, de manera que hubo que cerrar ambos espacios. Para saber más visita el sitio: https://www.fundacionekr.org
Sin embargo, el legado de esta gran médica suiza quedó en el corazón de sus muchos seguidores después de haber trabajado con ella y a través de la fundación que lleva su nombre, hoy en día, se dedica a la impartición de programas educativos y atención terapéutica en todo el mundo. Uno de sus discípulos es Frank Ostaseski que en 1987 fundó junto con Martha de Barros el Zen Hospice Project, cuyo nombre proviene de la filosofía budista china zen, que privilegia la meditación como práctica espiritual y el trabajo diario en beneficio de las demás personas como una forma de crecimiento personal.
Surgió como un espacio sin fines de lucro, para el mejoramiento de la vida. Ha entrenado a cuidadores, médicos y enfermeros, además de crear una red de voluntarios, abogados, defensores y guías para enfrentar la enfermedad terminal. Se enfocó en el cuidado de personas sin hogar, con adicciones, enfermos terminales de VIH y cáncer. Ubicado en la ciudad de San Francisco, Ostaseski, junto con otros especialistas promovían la práctica de la meditación como herramienta de sanación para pacientes y cuidadores.
El local no pudo mantenerse por más de veinte años y al visualizar esta situación, el Zen Hospice Project comenzó a extender sus facultades al entrar en convenio con hospitales del estado de California para aplicar los mismos procedimientos a pacientes terminales en esas instituciones y permitir el acceso a cuidadores entrenados para este fin. Con ello el legado ha permanecido y aunque se haya perdido el local, se convirtió en el Zen Caregiving Project cuyos voluntarios eschuchan activamente a los pacientes con el corazón abierto, en conciencia plena de lo que están viviendo y sobre todo los atienden con compasión.
Hoy en día Frank Ostaseski, después de haber enfrentado la experiencia de una terrible enfermedad, es también autor del libro The Five Invitations: Discovering What Death Can Teach Us About Living Fully (2017), sigue entrenando a las personas para vivir y morir en plenitud, a través de talleres conferencias y el vínculo con otras organizaciones sin fines de lucro, todo para acompañar a las personas en el momento vulnerable y sagrado de la muerte. Para saber más acerca de este proyecto único y su creador visita: https://www.mettainstitute.org
Otro de los discípulos de la Dra. Kübler-Ross y su coautor en varios libros e investigaciones, es el afamado escritor David Kessler, que se ha enfocado en la experiencia del duelo por la muerte de un ser querido y lo asocia a la frecuentes pérdidas que a diario vivimos y que nos causan duelos constantes. Ha dicho que es importante encontrar el significado del dolor que sentimos y darle todo el espacio a nuestras emociones. Ha enfatizado que no existe un límite de tiempo para vivir el proceso de duelo con el aprendizaje que esto conlleva, aunque parezca incierto puede ser una experiencia muy productiva. Se ha enfocado en el cuidado de los pacientes pero también en los cuidadores y personal médico, que pueden sentirse agotados en un momento dado y es necesario atender también a sus necesidades.
Debido a diversas experiencias traumáticas a lo largo de su vida y experimentar la muerte prematura de sus seres queridos, ha podido tener un entendimiento pleno de la experiencia del fin de la vida. Kessler afirma que la muerte no es un evento médico, es una experiencia de vida que requiere toda nuestra atención y aceptación ante lo que no es posible cambiar y dice que siempre es mejor contar con una red familiar o de amigos que permiten vivir y sanar la pérdida de un ser querido. Con ello tanto la persona fallecida como sus seres queridos encuentran paz. David Kessler imparte sus enseñanzas y entrenamientos en forma virtual. Para conocer más de este autor visita: www.grief.com
Puede ser que nos encontremos en la circunstancia de tener un ser querido en situación de paciente terminal o nosotros mismos enfrentar tal situación. Debemos pensar ¿qué hacer?, si queremos ser tratados en el hospital hasta el último día, o considerar el fin de la vida en algún otro lugar.
Al reconocer que la muerte está cerca, podemos consultar con nuestro médico o la oficina local dedicada al envejecimiento. Dirigirnos a la National Hospice and Palliative Care Organization, NHPCO, que cuenta con una lista de proveedores en línea, donde encontraremos distintas instituciones en el estado de Texas y en toda la unión americana, certificadas por Medicare o The Joint Commission para ejercer con toda legalidad los cuidados apropiados para pacientes terminales. Muchos de estos espacios ofrecen sus servicios en función de la necesidad y no de la capacidad de pago. Visita: https://www.nhpco.org
Según testimonios de personas que cuidaron a sus seres queridos en el fin de su vida, al ser un proceso tan difícil y doloroso, tuvieron un acercamiento incomparable, solo al tomar su mano, rezar con ellos, meditar juntos, escuchar sus pensamientos en silencio y ofrecer todo el amor posible, afirmaron que fue una prueba única de lo verdaderamente transcendental. En Del Pueblo Funeral Home, te ofrecemos un sólido programa de previsión funeraria y una atención personalizada para evitar complicaciones de último momento y realizar una delicada despedida, así te recordamos que hacemos fáciles los momentos más difíciles. Para conocer más acerca de nuestros servicios visita:
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