El muerto al pozo y el vivo al hoyo: entre agasajo y comilona, con respeto doméstico e irreverencia pública, las fiestas de muertos parecen una burla de la incertidumbre ante la vida
Elisa Ramírez Castañeda. Socióloga
La tradición de Shiva, se lleva a cabo los siguientes siete días después del funeral, es una larga reunión familiar donde los miembros pasan el tiempo sentados en actitud de contemplación sobre la muerte, durante ese tiempo se sirve abundante comida. La familia es visitada por amigos cercanos y parientes que contribuyen con platos adicionales. Se sirven manera de bufet y comer es un gran consuelo para el duelo, según la costumbre judía.
En Japón, como en otros países que practican el Budismo, se acostumbra incinerar el cuerpo del fallecido, los deudos esperan y a veces observan el largo proceso de cremación. Ayudados por palillos de comer, recuperan los fragmentos de huesos que saltan de la pira ardiente y los colocan en un tazón, al finalizar, colocan ese tazón de huesos junto con otro lleno de arroz, como una ofrenda junto a las cenizas del muerto.
En el Tibet, la población es mayormente budista, pero no pueden tener cremaciones conforme a la tradición, debido a la escasez de leña en los nevados Himalayas. Dejan el cuerpo a la intemperie en la montaña, envuelto en una sábana blanca y se realiza una ceremonia en que los Lamas ayudan al alma a transitar fuera del cuerpo, al final, se deja el cuerpo como alimento para los buitres, este proceso asegura un buen karma para el muerto.
La nación de los Gitanos, presente en todo el mundo, tiene la tradición de dejar el cuerpo del fallecido sin embalsamar por tres días después del deceso en el féretro abierto, así recibe las visitas de amigos y familiares. El muerto no debe quedarse solo en ningún momento, nunca falta la comida y vino que se ofrece a los visitantes y al muerto se le deja una botella de agua cerca, por si tuviera sed en su camino a la eternidad.
En el Islam, la tradición indica que los muertos se entierren no más de 24 horas después del deceso, envueltos en sábanas y con sentidos llantos de dolor que lo acompañan hasta su tumba sin féretro, para estar en eterno vínculo con la tierra. Los parientes visitan a los familiares del muerto les llevan comida y hacen una breve visita. Cuarenta días o un año después del funeral, en la ceremonia del Mevlit, se reúnen de nuevo familia y amigos y realizan un gran banquete en honor del muerto.
Hasta nuestros días, es trabajo especial de las mujeres de muchas culturas, lavar los cuerpos, amortajar y luego cocinar en los funerales. Son trabajos que parecen ligados por generosidad con el muerto que parece indefenso y por gratitud a los que acuden al funeral, algunos realizan viajes largos para asistir y se les ofrece comida. El alimento proviene de recetas tradicionales de cada país, aquello que deja buenos recuerdos. En algunos pueblos de España y México, los parientes y amigos apoyan con los gastos del funeral y la comida para pasar los siguientes días en que los deudos estarán resguardados por el duelo.
En Xochimilco, México, el moribundo planea su funeral y lo que se va a comer ese día, los que se encargan de organizarlo evitan cocinar alimentos de origen animal, por respeto a la carne perecedera del muerto. Los amigos y vecinos de la familia del difunto ayudan con los gastos del banquete y el sepelio. Se honra al muerto para que tenga un digno funeral y es a través de la comida que se establece un ritual de despedida, común a casi todas la creencias religiosas del mundo.
La costumbres funerarias occidentales fueron influenciadas por las tradiciones de Irlanda y Gran Bretaña, se identifican por la abundante comida después del funeral, servida en forma de gran buffet, donde el alcohol es ineludible. El cine de los Estados Unidos y las series de televisión como Six Feet Under o The Casketeers, han influido en las costumbres funerarias del mundo, porque se buscan servicios adaptados a las preferencias de los deudos o tal vez, a los deseos en vida del fallecido. Se contratan servicios de banquete, decoración, a veces acompañados de música.
El tanatólogo Frank Ostaseski en su libro Las cinco invitaciones (2017), USA: Macmillan, relata conversaciones con los que van a morir acerca de la comida, sobre todo porque la mayoría se encuentra en una condición de restricción alimentaria, sin embargo, sus rostros se iluminan al recordar sus platos favoritos y de ahí relacionan una serie de recuerdos familiares y de momentos llenos de gozo que echarán de menos.
En Del Pueblo Funeral Home, además de nuestras historias, te ofrecemos diversas posibilidades confortables para apoyar a la familia y amistades en la despedida de un ser querido, además de nuestra visión espiritual ecuménica, por eso en todo momento, hacemos fáciles los momentos más difíciles.